miércoles, 28 de abril de 2010

En mis sueños estas


Hoy, después de mucho tiempo, soñé con ella. Es decir, casi nunca, he soñado con ella. En mi sueño caminábamos juntos, como amigos, ya no lo somos; pero en algún momento fuimos más que eso. Si ello fuera real, o si en mis sueños – aunque sea – no hubiera sido tan cobarde, le hubiera dicho cuánto la quise y que fui muy tonto al engañarla y dejarla ir.

Nuestra relación fue corta, lacónica. Nos juntamos casi sin conocernos, en realidad, no sabía ni quien era yo, ni qué buscaba. Duramos sólo dos semanas, una buena y otra mala.

Ambos comenzábamos una nueva etapa; ni ella, ni yo, habíamos experimentado algo similar antes. Con ella sentí y admire el arte de besar, sobre todo, hacerlo queriendo a una persona, que al final resulte olvidándose de mí y probablemente no me piense nunca más; y termine odiándome por haberla hecho sentir mal.

Durante la primera semana la quise y la tuve, el tiempo restante, hasta la postrimería, la seguí amando sin tenerla. Los primeros días fueron momentos de constantes descubrimientos para lo que sería mi vida amorosa. Descubrimientos que quizá no empleo ahora, pero me servirán para lo que busque después.

Ella me quiso, estoy seguro, con sus catorce años, yo sé que lo hizo. Me di cuenta cuando cortamos la relación. Fue muy valiente, y yo , muy tonto; perder su tierna mirada de pestañas rizadas, su piel blanca cual arena caribeña, su cuerpo esbelto y curvilíneo como dunas en la estepa; su amabilidad, su inteligencia para resolver problemas, su sensibilidad.

Esto ya fue, no me voy a echar para atrás; lo vivido queda en mi mente, lo recordaré, y será sólo el presente. Mi arrepentimiento se basa en mi egoísmo, en haberle mentido con su amiga, quien ayudó en nuestra unión, quien nunca se va a comparar con ella, porque era menos agraciada, menos inteligente, y sobre todo, menos buena y sensible que ella.

Como ella me dijo: “ Tú te lo pierdes”, me quiso y la deje ir, la perdí, la amé; nunca más la tendré. Si algún día logro hablarle, comenzaré pidiéndole perdón, por no valorarla; por ser muy pusilánime y enrolarme con su compañera, decirle que los años restantes siempre he pensado en ella, y que se pone más bonita con el paso de los días. También que fue mi primera chica y le agradezco eso. Sólo depende de ella, poder hablarle, si me permite ser su amigo nuevamente, como ella dijo aquella tarde aciaga: “ Con el tiempo, puede ser”. Aún guardo esa esperanza.

Y, como en mi sueño, tener la osadía de volver a besarla y escucharla decir: “ Después de tanto tiempo esperado, podemos volver a hacer esto”.

Por el momento, muy de vez en cuando, la veo acompañada de sus amigas en la plaza, en las fiestas, en mi mente, y hasta en mis sueños. En algún momento se volverá a hacer realidad, la dicha de volver con ella, amor perdido. Esto se acabó, pero las experiencias quedan, aprender de ellas para no cometer errores nuevamente, querida.

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